recuerdo cuando llevaba los bolsillos llenos de canicas,
o mejor dicho, de bolas,
y las rodillas de magulladuras,
quiero decir, de ronchas.
recuerdo mi primer sobre de estampas
y darme cuenta más tarde
de la trampa que significaba.
recuerdo que le compré el albúm completo
a Egea, por trescientas pelas,
o mil pesetas, ya no sé...
pero no se me olvidará nunca el día
que recibí en mi casa
el balón de la liga.
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