Para mover una montaña
sólo tienes que pedírselo.
El agua, la erosión,
la acción del viento harán lo propio
en cuestión de siglos.
Si no dispones de tanto tiempo
y prefieres que la montaña se mueva pronto,
puedes coger pico y pala
y ponerte manos a la obra.
Dile a la montaña
que no tienes toda la vida
y verás que se apresura.
Pero si no puedes esperar más
y quieres que la montaña
se mueva ahora,
cierra los ojos y ordénaselo
y la montaña hará lo que le pidas.
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