Llevado de un lado a otro del salón de mi casa o una pequeña capilla, como poseído de un espíritu furioso que se calma al ver que no tengo miedo, y me deja flotando en el aire, en estado de éxtasis. De compras en el supermercado cantando en voz alta "es por ti" para que me oigas.
Una persecución por las calles de mi pueblo, corriendo delante de unos malhechores que querían macharcarme, o cuando pretendía echar a correr y era inútil.
El día que dí el salto y eché a volar.
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