El rescoldo de las ascuas en la hoguera,
lumbre que prende y que no cesa.
En un corazón de madera,
abierto sobre la mesa.
Las últimas lluvias de la primavera
cayendo sobre las cabezas.
Mojando mi cabellera
limpia de humo y ceniza.
Eres el canal por el que fluyo,
a una velocidad constante,
que crece por norma.
No la creo ni la destruyo,
la energía es incesante.
Tan sólo se transforma.
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