sábado, 4 de agosto de 2012

Los veranos en el pueblo

Hace veinticinco veranos que no me divierto.
Recuerdo cuando era niño y el verano era inmenso.
No había que estudiar ni que trabajar en el campo.
El día que iba a la piscina era un acontecimiento.

Luego el verano se fue haciendo cada vez más pequeño
hasta convertirse en un mes y medio si acaso
encerrado en mi pueblo esperando que suene el teléfono.
Hace veinticinco veranos que siempre es lo mismo.

Hace mucho calor y hay que trabajar mucho
apenas tienes dinero y mucho menos tiempo.
El único consuelo que te queda
es un litro fresquito.

Hace veinticinco veranos que no me divierto,
si acaso un par de días con los colegas viendo un concierto.
Después la música acaba y hay que volverse al pueblo.
A estudiar, a trabajar, a beberse otro litro.

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